La planta parásita es la que vive gracias a otra planta que encuentra. Por su raíz modificada, puede penetrar en la planta anfitrión y conectar con sus nutrientes para poder mantenerse viva.
Te cuento esto no porque sepa de botánica, sino por ser una metáfora de las relaciones que muchas veces tienden a crearse entre novios.
Uno de los dos hace el papel de la planta anfitriona y otro hace el papel de la planta parásita, al punto de convertirse en dependiente de sus “nutrientes”.
Son ese tipo de relaciones donde ella o él, dan todo por la otra persona hasta desgastarse física y hasta económicamente.
Estas relaciones no terminan muy bien (si es que terminan) porque uno u otro salen heridos y succionados.
Cuando veo este tipo de relaciones me doy cuenta que han perdido el verdadero significado o propósito de estar juntos. Creo que estar de novios tiene más sentido que solo tomarse de las manos, celebrar el día del amor y dar besitos.
El noviazgo es una decisión de compartir juntos la vida cada día y más aún de poder ayudar al otro a ser mejor, no siendo como una planta anfitriona y otra parásita, sino más bien que los dos puedan dar y recibir.
Si te das cuenta una relación de pareja se debe construir en amor y ese amor es el que va hacer, que quieras ayudar al otro a mejorar como persona y viceversa.
He escuchado frases como, “desde que sale con él se ve más feliz y está más comprometida con los estudios”, “desde que él sale con ella quiere cumplir sus metas en el trabajo”, son ejemplos de como el amor se demuestra en buenos actos en cada uno.
Pensemos en ese amor que tenemos por la persona que está a nuestro lado, nuestra pareja en las buenas y en las malas. Pensemos en poder ayudarlo a ser mejor cada día, mejor persona, mejor amigo, mejor hijo y si, hasta mejor ciudadano.
Amemos más y más cada día dando lo mejor de nosotros.