Desde una ventana observo la terraza de los vecinos, no me fije en ese detalle al principio pero cada vez que íbamos a comer o a sentarnos un rato en la sala, mirábamos a la misma señora de un lado hacia el otro. Lo curioso es que la señora de la que te hablo es mayor puede que tenga o este cerca de los ochenta años.
Te cuento esto porque a pesar de no conocer ni siquiera su nombre, de una u otra forma me ha enseñado tres maneras en la que puedes convertir tu día en productivo y efectivo.
Aunque tiene la oportunidad de quedarse en cama y descansar por su edad, decide levantarse y hacer lo que está en sus posibilidades. Eso me enseña sobre el Trabajo duro, es decir, poner nuestro mejor esfuerzo cada día en lo que hagamos en casa, en la oficina o en el lugar donde te desenvuelvas marcará la diferencia.
De esto habla un proverbios de tantos acerca del trabajo duro, “El perezoso desea pero no consigue; el que trabaja duro logra lo que quiere”.
Por otro lado veo que ella no espera a que otro lo haga sino que se levanta y lo hace. Eso habla de colaboración y ayuda. Poder prestar ayuda al que lo necesite y colaborar así sea lo más mínimo nos permite ser participes con otros y no solo ser observadoras.
Hablo de poder colaborar en casa y no solamente pensar en ayudar a otros en la calle. Sé que a veces llegar cansada del trabajo hace que solo quieras tirarte en la cama, pero al dar un poco más en casa demuestras ese amor por el otro.
Por último lo que me enseña esta señora especial, es poder ser ejemplo a pesar de no saber que lo somos. Ella simplemente hace lo que quiere y sin saberlo enseña a otros, eso me parece extraordinario, poder ayudar a otros a ser mejor solamente siendo feliz en lo que hacemos a diario.
Te animo, así como esta señora lo hace cada día, a que seas ejemplo a otros siendo feliz en lo que haces, trabajando duro y siendo de ayuda a otros.