Es natural aferrarnos a ideas, experiencias y en si a nuestra vida en un lugar. Nos acostumbramos a la comida, los amigos, la cultura y las formas de hacer las cosas en nuestra contexto.
Vivir en diferentes países me ha dado la oportunidad de aceptar con alegría los cambios que pueda experimentar en la cultura donde comparto, porque he aprendido a disfrutar las oportunidades que se presentan, aunque muchas veces no sean las que esperaba.
Pienso que cuando tenemos que enfrentar un cambio en nuestra vida podemos tomar dos posturas:
Vivir arrepentidas del cambio que enfrentamos y pasarla mal recordando cada día como era antes, o podemos ver este cambio como una caja de increíbles oportunidades por vivir.
La segunda opción suena más sensata y alegre, pero creo que es la que más cuesta hacer.
Para aceptar algo nuevo hay que dejar lo viejo. Algo común que he visto con los extranjeros, es que normalmente recuerdan las formas de hacer las cosas en su país, pero muchos no se quedan solo con recordar sino que quieren imitar todo lo que hacían en su país ahora donde viven.
Muchas veces querer vivir lo que estabas viviendo en otro lugar no te permite disfrutar lo que estás viviendo ahora.
Aceptemos con alegría los cambios que se nos presenten, agradezcamos por las oportunidades recibidas, disfrutemos de vivir el ahora tomando decisiones que nos ayuden a formar nuestra vida y sobre todo no comparemos, evitemos las comparaciones que nos lleven a la nostalgia y la desesperanza.
Hoy doy gracias a Dios por todo lo que me permite vivir, por cada nueva oportunidad en mi vida.
¿Estas enfrentando algún cambio en tu vida? ¿Cómo vas actuar ante este cambio?
Un abrazo,
Vane.